A planta que se detiene en su crecimiento suele ser un signo de desequilibrio. Cuando las plantas sanas muestran un patrón de crecimiento claro -pensemos en nuevas hojas, brotes o formación de raíces-, otras pueden "detenerse" de repente. Esto no tiene por qué ser inmediatamente preocupante, pero es el momento de observarlo detenidamente. Al fin y al cabo, el crecimiento está controlado por una serie de factores interrelacionados: luz, nutrición, espacio radicular, agua, temperatura e incluso el reloj biológico de la propia planta.
Descanso natural
Es habitual que muchas especies vegetales ralenticen o detengan por completo su crecimiento en determinadas épocas del año. Esto suele ser estacional y estar determinado biológicamente. La planta entra entonces en una especie de letargo. Este letargo es especialmente común en especies de zonas con estaciones secas o frías bien definidas. Un buen ejemplo son algunas orquídeas tropicales que conservan energía durante la sequía o el invierno.
En estas plantas, el retraso del crecimiento no tiene por qué ser un problema. Al contrario, es una señal de que la planta se está adaptando a las condiciones, una especie de protección incorporada. En esta fase, el aporte extra de nutrientes o agua suele ser perjudicial, ya que la planta apenas los absorbe.

Falta de luz
Una de las causas más comunes del retraso del crecimiento de las plantas de interior es la falta de luz. La luz es necesaria para la fotosíntesis. Sin luz suficiente, la planta no produce energía suficiente para crear nuevas células.
Muchas plantas pueden sobrevivir temporalmente con poca luz, pero entonces "pausan" sus procesos de crecimiento. No se desperdicia energía en el desarrollo de las hojas ni en la expansión de las raíces, y la planta sigue viva sin crecer.
En la práctica, esto significa que, aunque las plantas en un rincón más oscuro no mueren, apenas hacen nada tampoco. La recuperación del crecimiento sólo comienza cuando aumentan los niveles de luz. Plantéate trasladar la planta a un lugar más luminoso o, en los meses de invierno, utilizar luces de cultivo especiales.

Presión radicular y espacio en la maceta
Otro aspecto que a menudo se pasa por alto es el desarrollo de las raíces. ¿Lleva la planta mucho tiempo en la misma maceta? Entonces es posible que las raíces hayan utilizado todo el espacio disponible. Las raíces ya no pueden expandirse y forman una densa red que reduce su capacidad de absorber aire y agua.
A veces, las plantas se colocan demasiado pronto en macetas demasiado grandes. En ese caso, la planta se centra primero en el desarrollo de las raíces, sin mostrar crecimiento por encima del suelo. Ambas situaciones pueden provocar un estancamiento visible del crecimiento.
Solución: examine si las raíces están creciendo fuera de la maceta o si apenas están presentes. En el primer caso, es necesario trasplantar. En el segundo caso, el cambio a una maceta más pequeña y un mejor drenaje ya pueden marcar la diferencia.
Nutrientes: más no siempre es mejor
Cuando una planta no crece, resulta tentador abonar inmediatamente. Pero esto sólo es eficaz si se dan otras condiciones. En un entorno demasiado oscuro o con las raíces dañadas, la alimentación no servirá de nada o, peor aún, provocará daños.
Demasiado abono puede acumular sales en la tierra de la maceta, lo que de hecho dificulta la función de las raíces. Las plantas sólo absorben nutrientes si también reciben suficiente luz, aire y agua.
Un buen planteamiento es restablecer primero las condiciones básicas (luz, agua, tamaño de la maceta), y sólo entonces empezar poco a poco con la alimentación adaptada. Para las orquídeas, por ejemplo, es aconsejable utilizar sólo abono muy diluido, especialmente formulado para sus necesidades específicas.

Riego: la delgada línea que separa el crecimiento de la asfixia
El agua es esencial, pero sigue siendo un equilibrio delicado. Demasiado húmedo significa pudrición de las raíces. Demasiado seco significa deshidratación y estancamiento. En ambos casos, la planta dejará de crecer.
El problema suele residir en la combinación de un sustrato inadecuado y el hábito de riego. Una tierra pesada para macetas con mal drenaje puede retener la humedad aunque se riegue poco. Las mezclas aireadas y de drenaje rápido garantizan la disponibilidad de oxígeno para las raíces, esencial para el crecimiento.
Interacción de factores
El estancamiento del crecimiento no suele ser el resultado de una sola causa, sino más bien de una sutil interacción entre varias influencias. Lo que la planta le está diciendo -por su comportamiento y aspecto- es que está desequilibrada en alguna parte.
Una idea importante es que el estancamiento no significa necesariamente declive. También puede ser un periodo de reagrupación, en el que la planta espera mejores condiciones. Si prestas atención a la luz, las raíces, la nutrición y las condiciones de la maceta, pronto controlarás mejor la situación.
Para concluir
Las plantas que no crecen no requieren prisa, sino atención. El estancamiento del crecimiento suele ser una señal de autoprotección o una invitación a comprender mejor los ritmos y necesidades naturales. Respondiendo a las señales y no a nuestras prisas, las plantas suelen recuperarse solas. Y cuando vuelven a crecer, siempre es la mejor señal de que las has entendido bien.